Los hombres tenemos costumbre de andar pensando en esto de la felicidad e incluso a veces creen haberla visto y sentido, dudan en equivocarse y sienten casi con seguridad que algunas veces la han rozado, tocado con sus dedos, con sus labios..., debe estar muy cerca.
Creemos los hombres que la felicidad puede estar dentro de nosotros y en alguna que otra ocasión brota de repente con la sonrisa, con un brillo en nuestra mirada, a veces hasta soltar unas lágrimas. Con tu sonrisa y también con la mía.
Una cuestión me pregunto:
¿Podemos ser felices con una coraza de púas como escudo ante los demás?. Seguro que no, así que mas nos vale que reconozcamos que también tu sonrisa y su sonrisa, el brillo de sus ojos y los tuyos son mi felicidad aunque no me pertenezca.
Siempre hemos pensado que posiblemente los recuerdos de una infancia feliz nos duren y alimenten toda la vida y nos hagan gozar de todo de una forma más satisfactoria, pero todo se acaba, todo así que no dejes de recargar las baterías de tu interior, no dejes de acariciarte el corazón.
La felicidad de los demás también es la nuestra y esa fuente de fortaleza es el crédito para envejecer con alegría, con vitalidad, sin pensar en la soledad y en el final.
Nos podemos preguntar si existe una fórmula mágica para la felicidad, una mezcla de amor, de seguridad, de libertad, trabajo, salud..., que nos dure para siempre. No pierdas demasiado tiempo, la felicidad la llevas contigo.
Algunas veces hasta la ves sonreír.
Otros enlaces: Te mando una sonrisa
0 comentarios